El alma del color

Los colores no son solo tonos: son sensaciones. Cuando pensamos en un color, pensamos en cómo nos hace sentir.

El azul que calma.

El verde que respira.

El blanco que limpia.

El rosa que abraza.

El gris que sostiene.

Son matices que no solo vemos: los sentimos. Y quizás por eso, en Nibo, el color no se elige, se encuentra.

Nuestro proceso de diseño empieza siempre en el mismo lugar: la observación.

Miramos cómo se comporta la luz en la piel, en la tela, en la rutina de quienes caminan mucho. Nos inspiramos en momentos cotidianos: el uniforme que transmite calma, el paisaje que ayuda a exhalar, la textura de una mañana luminosa. Los colores nacen de ahí: de lo que nos hace sentir presentes.

Para nosotros, un color no es solo estética: es una intención. Los sanitarios, por ejemplo, viven rodeados de luces frías, de ritmos rápidos, de decisiones constantes. Un pequeño toque cromático puede ser una pausa, una sonrisa, un hilo de energía en mitad de un día intenso. Por eso buscamos tonos que acompañen, que no saturen, que aporten serenidad y equilibrio.

Cuando seleccionamos un color para un nuevo diseño, nos preguntamos siempre: ¿Cómo se sentirá esto en los pies? Porque el color no se queda en la superficie; influye en cómo caminamos, en cómo nos respiramos a nosotros mismos. Un tono suave puede hacer que el paso se sienta más ligero. Un tono vibrante puede recordarnos que la alegría también se mueve.

Porque para nosotros, los colores no se escogen. Se sienten.